LAS COOPERATIVAS Y LA SUPERACIÓN DEL CAPITALISMO

A raíz de la de celebración del Día Internacional de las Cooperativas, que se celebra cada primer sábado de julio desde 1923, desde Comunistes de Catalunya he escrito este articulo para apoyar y visualizar a las empresas cooperativas, ya que ponen en el centro a los trabajadores y por su carácter democrático y social, y a su vez mostrar qué opinaban los principales referentes socialistas sobre el cooperativismo, desde Marx y Engels, Lenin y el Ché, con algunos comentarios de socialistas utópicos y otros autores.

 

La principal fuente que he utilizado para el artículo ha sido el libro El cooperativismo y el socialismo. Una mirada desde Cuba (Ed. Caminos: La Habana, 2011) una compilación de artículos dirigida por Camila Piñeiro Harnecker y en concreto, la ‘Parte 2. Las cooperativas y los pensadores socialistas.’

 

Marx y Engels: sobre el cooperativismo y la autogestión.

La dinámica a finales del siglo XVII y durante el siglo XIX en Europa hicieron pensar a Karl Marx y a Friedrich Engels en las potencialidades del cooperativismo y de la autogestión en la lucha contra el capitalismo. Marx y Engels pusieron en relieve el valor de las experiencias cooperativas de su época y las defendían, ya que demostraban que no son necesarios ni la dirección ni el mando del capital en el proceso de producción. “Producir sin patrones” continúa estando entre los sueños de emancipación humana. Era lo que Engels definía como »el tránsito del control sobre las personas a la administración de las cosas.»

 

Anteriormente a Marx y a Engels, William Thompson, en 1830, uno de los mayores exponentes del socialismo utópico, remarcó la necesidad de que los sindicatos crearan cooperativas orientadas a la expansión de un sistema completo de vida comunista en la que los trabajadores fuesen “copropietarios, coproductores y cohabitantes”.

 

Más tarde, Marx y Engels, mostraron la importancia del cooperativismo y de la autogestión en la producción, más que en el consumo, ya que este último solo afecta al reparto y a la ‘esfera de la circulación’ y sólo puede atenuar las desigualdades e injusticias de la explotación pero no superarlas. En cambio, las cooperativas de producción ayudaban a profundizar, siempre que estas tuvieran un programa de transformación y de supresión del plusvalor. Por otro lado, para Marx la cooperativa obrera de producción es una forma colectiva de apropiación privada, por ello había que tener en cuenta »peligros de la influencia de los sistemas de propiedad y la producción capitalista de los casos autogestionarios.»

 

En el capítulo XI, ‘Cooperación’ del tomo I, de El capital, Marx señaló que el trabajo coordinador de muchos obreros, en un mismo espacio hacer generar una nueva potencia. La cooperación logra una fuerza productiva que como consecuencia permite una mayor producción de bienes. En el caso del capitalismo el patrón se apropia de la productividad y de la fuerza del trabajo.

 

Marx, en el primer Congreso de la Asociación Internacional del Trabajo en Ginebra en septiembre de 1866, apuntó

 

Para convertir la producción social en un gran y armonioso sistema de trabajo cooperativo, los cambios generales son indispensables. Estos cambios nunca se obtendrán sin el empleo de las fuerzas organizadas de la sociedad. Así pues, el poder del Estado, arrancado de las manos de los capitalistas y de los propietarios de la tierra debe ser organizado por los mismos productores.

 

En su análisis, sobre los hechos ocurridos en Francia en 1871, Marx expuso sus ideas sobre cuál sería el papel de la cooperación en una sociedad que va en dirección a la construcción del socialismo. Al realizar un análisis materialista del cooperativismo en sí mismo, concluyó  este que no sería el fin del sistema capitalista:

 

La producción cooperativa no debe quedar en una trampa, debe eliminar el sistema capitalista, si la unión de las asociaciones de cooperativas deben regular la producción nacional, según un plan común.

 

Podría decirse que las cooperativas son un ejemplo de participación directa de gestión, sin la que no hay apropiación social por los trabajadores pero que sin una planificación nacional no son todavía socialismo. Es decir, anular el poder de los patrones en una empresa, no implica necesariamente la abolición del capitalismo  A su vez, la apropiación pública sin gestión directa de las empresas por sus trabajadores tampoco lo es. Para ello, las cooperativas de producción deben pasar a funcionar de forma coordinada. De ahí que la revolución política, la conquista del poder político de los trabajadores fuera una condición necesaria para la emancipación del trabajo, porque existen impedimentos enormes que limitan el despliegue del cooperativismo dentro del capitalismo. De todos modos, aún y así, en la II Internacional (1889) se mantuvo oficialmente las tesis marxistas sobre el cooperativismo pero inclinándose hacia su integración en el sistema.

 

Lenin y el triunfo de la revolución

Lenin, por su parte, prestó atención a las cooperativas como las raíces de socialismo, y estableció a penas después del triunfo de la revolución rusa los koljoses, como una forma cooperativa agrícola con el objetivo de erradicar los latifundios de los terratenientes rusos, realizando expropiaciones y entregando las tierras a los cooperativistas como derecho a uso.

 

Los bolcheviques y Lenin, reinstauraron el valor emancipador del cooperativismo, aunque el declive burocrático posterior postergó esta recuperación teórica de la autogestión. Las luchas de liberación nacional antiimperialista se volvieron a poner en primer lugar, frente a la organización en formas de autogestión y a las cooperativas, como medios de lucha.  

 

Esencialmente, más tarde indicó, que una vez que el estado fuese socialista, la asociación de la producción en cooperativas sería indiscutible. Por eso, él le otorgaba una importancia muy determinante a la interacción entre el cooperativismo y la revolución cultural. Si toda la producción estuviese organizada en cooperativas, afirmaba, ‘ya estaríamos con ambos pies en el suelo socialista’. En el III Congreso de las Cooperativas Obreras, Lenin señalaba:

 

Todos convenimos en que las cooperativas son una conquista del socialismo. Por eso cuesta tanto lograr las conquistas socialistas. Por eso es tan difícil triunfar. El capitalismo dividió intencionadamente a los sectores de la población. Esta división tiene que desaparecer definitiva e irrevocablemente, y toda la sociedad ha de convertirse en una sola cooperativa de trabajadores.

 

 

El Ché Guevara: Las cooperativas y la política de transición al socialismo

 

El Ché, aplicando un análisis marxista y dialéctico sobre el Manual de economía política de la URSS, concluyó que el sistema de dirección económica ‘híbrido’, es decir, socialismo con elementos capitalistas, estaba ayudando a crear las condiciones para el retorno al capitalismo. En este caso, el comunismo ha de bloquear permanentemente la aparición de la ley del valor. Mientras exista funcionando la ley del valor, continuaría existiendo la producción mercantil y el intercambio como mecanismo de mercado ya que implica un cambio de propiedad. También advirtió que la dependencia de la ley para fomentar el desarrollo productivo acabaría minando la conciencia colectiva. Los productos transferidos entre empresas estatales no suponen ningún cambio de propiedad. En cambio los críticos del Ché, que adoptaron opiniones soviéticas, señalaban que la ley de valor y la producción mercantil sólo desaparecerían una vez se llegase a construir el comunismo y que mientras es necesario utilizarla.

 

El Ché vio la propiedad estatal como necesaria para asegurar el proceso de transición socialista asumiendo las contradicciones que surgían. Para que la propiedad estatal llegue a ser propiedad social, según el Ché, era necesario el control cada vez más descentralizado y democrático y entre 1961 y 1965, creó un proyecto dentro del Ministerio de Industrias para promover un proceso que tuviera en cuenta la productividad de Cuba y la conciencia durante la transición al socialismo.

 

En una fase inicial de transición comunista, según el Ché, se requiere de una sociedad altamente productiva, para que la producción social sea dirigida hacia las necesidades de las masas. Ello implica que la clase trabajadora se apropie de las grandes acumulaciones de riqueza y tecnología para librarse de la explotación. Advirtió de que se debía promover el trabajo como deber social y la noción de Estado como el de Empresa Colectiva. Sostenía, además, que las cooperativas no son una forma socialista de la propiedad, pues imponen una superestructura, como en el caso de los koljóses, con relaciones de propiedad y accionaba las políticas económicas capitalistas. Concluyó que no se podía negar que las cooperativas generaban capitalismo dentro del socialismo, porque »aunque tengan tendencias colectivas, es una colectividad con contradicciones frente a la gran colectividad. »

 

Hay, en el principio una cuestión semántica […] ¿qué es una cooperativa? Si es considerada como tal una agrupación de productores, propietarios de sus medios de producción, frente al capitalismo es un adelanto, en el socialismo un atraso, ya que coloca a estas agrupaciones frente a la sociedad propietaria de los otros medios de producción.

 

En la URSS la tierra es propiedad social pero no los otros medios de producción que pertenecen al koljós; sin contar con la pequeña propiedad koljosiana que suministra cantidades crecientes de alimentos básicos y ahonda la brecha entre la sociedad y el koljosiano, si no monetariamente, sí ideológicamente.

 

El Ché creía que una confrontación entre esta forma colectiva y la propiedad social de los medios de producción era inevitable y alertaba que: »cuando choquen la superestructura tendrá fuerza para exigir más “libertad”, es decir imponer condiciones, vale decir, regresar hacia formas capitalista».

 

Conclusión

 

En definitiva, después de considerar el análisis materialista de Marx, Engels, Lenin y el Ché, y su dialéctica, se puede valorar que el cooperativismo y la autogestión son expresiones con un increíblemente alto valor humano. Pero si pensamos a nivel global, a nivel de crear otro orden social, las tesis del Ché son totalmente acertadas. El cooperativismo hoy en día es una forma minoritaria en la economía, aunque tenga mucha fuerza en algunos lugares como el País Vasco o Venezuela, siendo este último el país con más cooperativas del mundo debido a su política. Para terminar, como aporte personal, si se apuesta por la revolución en algún lugar del mundo, las cooperativas de allí tendrán un reto que superar, partiendo de lo acontecido en otros países socialistas anteriormente. 

 

Jennifer Coronado –

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